martes, 17 de mayo de 2011

Ha pasado mucho tiempo.
















Vaya que ha pasado, vaya que han pasado cosas. Vaya uno a saber por qué es que realmente he escrito menos y no la simple excusa que dice es por el tema del cambio de e-mail. Vaya uno a saber por qué las cosas paraceen tener ese ritmo, por qué la responsabilidad parece no existir, por qué los pájaros siempre andan por ahí tan felices, por qué las góndolas sólo son de Venecia. Vayan a pararle los golpes a los policías, los palabras absurdas a los políticos, las tristezas a los payasos y las células proliferadoras de cancer al cuerpo de aquel que se enferma sin siquiera saberlo. Vaya a calmar la manecilla del reloj que nos quiere dar la hora, vaya a detener el minutero, vaya a sostener el secundero, que es el más pesado. Vaya alguién a saber por qué el tiempo cae pesado como juicio. Vaya alguien a tratar de que el tiempo deje de escaparsele por los dedos y vaya luego a anotar la receta para que no la olvida y pronto me la envie por correo que es justo lo que necesito.

Vaya que ha pasado tiempo.

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