Ay!, que acaso el corazón es quien se nos escapa y se cambia de lugar y tentando a la muerte -que si sale del pecho, lo asecha-, se viste de invierno y hace una visita allá arriba, en tu cabeza.
Porque a las dos de la mañana, las cosas están más calmas y lo más que corren son los ríos que por designio divino no pueden dejar de luchar por llegar al mar y el pensamiento se disfraza de agua, aumentando su cause e inundando tu cabeza.
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