miércoles, 2 de noviembre de 2011

Sobre las dos.

Quizá el problema de las dos de la mañana es que el mundo se detiene. Las cosas a esta hora parecen andar más lento. Sólo los búhos mueven la cabeza. Y acaso los hombres pueden detenerse, no hay forma de parar la luz del pensamiento, que es la única más rápida que la velocidad de la luz. Y entonces, pienso, ¿La mente tiene ruedas?
Ay!, que acaso el corazón es quien se nos escapa y se cambia de lugar y tentando a la muerte -que si sale del pecho, lo asecha-, se viste de invierno y hace una visita allá arriba, en tu cabeza.
Porque a las dos de la mañana, las cosas están más calmas y lo más que corren son los ríos que por designio divino no pueden dejar de luchar por llegar al mar y el pensamiento se disfraza de agua, aumentando su cause e inundando tu cabeza.

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