miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sal de mar.

He notado que me gusta mucho todo ese concepto marino. Me gusta pensar en esas algas verde-azules profundas. Me gusta sentir que puedo ver el mar dejando estelas de sal en la costa. Creo que hasta puedo olerlo, mientras estoy sentado en las rocas. Parece que me gustan el grasnido de las gaviotas volando. El tiempo suspendido; flotando. Se me hace armonía en el todo. Una sinfonía sensorial. Desde el sabor de la sal en el aire, hasta la brumita que te salpica la cara. Me suena salino y armonioso. Me descanzo un poco en tales pensamientos. En sus colores. En ese casi inevitable concepto de un mar haciendole cosquillas gruesas a la costa rocosa, mientras nos dejamos acariciar el rocío frío en un día nublado que se pierde en el horizonte.

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