domingo, 22 de abril de 2012

F.

Familia de mi corazón, ¿quién lo diría? Esto de estar sin tiempo, de correr por todos lados, de querer parar y agarrar todas las horas que pasan a mi alrededor. Sí, todo eso y paf!, los almuerzos dominicales, las reuniones familiares se vuelven el templo del corazón. Y es que pucha que disfruto estar sencillamente compartiendo sin más con ustedes, cruzando palabras, aunque simplemente bastando con cruzar. ¿Quién lo diría? Yo, el reacio, el terco, el molesto, el egoísta, el sin-sabor, el no-me-hace-falta-nada.. lo que fuera y lo que tuviera que ser. Ese mismo, ahora corre por estar, por sencillamente estar. Ese mismo, ahora abrazo y da amor como el de siempre, pero con más amor. Qué sé shó! Sólo sé que nada sé y que de un día al otro parece que me enamoré un poco de mi familia y de poder tenerla aunque sea un segundo para mi.

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