Voy a escribir más, lo prometo.

Estaba pensando que tal vez la gente se olvida un poco de mi cuando no escribo. No tiene mucha lógica, pero si bien siempre he creído un poco en el realismo mágico y como tal, en éste en la vida, parece que la lógica no tiene mucho que hacer o más bien se suelta el cinturón y bah!, que caben más cosas.
Así es como empiezo a relacionar que la ausencia de letras haya hecho que algunos desaparezcan un poco o tal no que desaparezcan, sino más bien que no dan presencia.
Porque tal vez cuando escribo un poco más de letras en el cielo se cuecen más nubes y los ángeles se acuerdan más de mi presencia, de modo que al volar por el mundo tienden a murmurar más mi nombre en los oídos de mis queridos y sin querer queriendo aparecen un poco más.
Y aunque no fuese así, que más da. Lo importante es que siento que están menos algunos de los que me enseñaron a que me hicieran falta. Me malacostumbraron con su presencia repetida en un compás de tiempo y ahora que comenzó otro, en vista de la escasez de estos escupitos que salen de mis dedos, ellos mismos también se han puesto más mezquinos y han privado un poco más a mis ojos de su imagen y a mis brazos de cruzarlos en abrazos.
Y pues no sé, pero tal vez ahora, que estoy dejando caer un poco el fluir de las yemas de mis dedos y que estos acarician nuevamente las teclas negras de mi computador, quizá aparezcan. Y es que más bien eso es sin dudas lo que espero.
Porque así como creo en una vida realistamente mágica, también creo fuertemente en que la esperanza es lo que nos mueve y que si le pongo más ritmo a estas palabras, alguien allá arriba se dará cuenta de lo que me resulta menester y cruzará un poquito más que sea sus cuerpos con los míos.