miércoles, 2 de diciembre de 2009

A los ojos!


Quizá me falta mirarle sus ojos. Quizá me falta encontrarme y perderme es sus púpilas.
Quizá -así lo creo- cuando uno mira a los ojos al otro, ve verdaderamente. Ve y se deja ver. Ve y puede sentir el suspirar del viento, el respirar de la vida. Cerrar los ojos y aun ver. Cerrar los ojos y aun saber que está el otro, porque su tibia presencia lo delata y te cuenta casi como un secreto que la otra persona sigue ahí. Ahí para ti y tú para él.
Mirar a los ojos es ser realmente auténtico y buscar el alma del que está al frente. Mirar a los ojos es encarar y delatarse. Es ser y buscar siendo lo que puedes ser más allá de ti. Lo que puedes ser allá, por el difuso reflejo que hay en lo más oscuro de los pozos que tienes en frente.
Entonces, quizás eso me falta. Quizá simplemente debería mirarlo a los ojos. Tomarle los hombros y ponerlo frente a mi.
Ya basta de evadir. Vamos a usar el arma mortal.
Ya es hora de mirarnos a los ojos.

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