jueves, 14 de octubre de 2010

Me gusta tanto saberlo, como me cuesta mirarte a lo ojos y no sentir de esas verdades que suenan a campanadas en la playa.

Y es que creo que es eso (siempre lo digo). Es un poco que cuando estoy contento, cuando tengo una leve curva convexa en el plano cartesiano de mi cara.. es un poco que en esas ocasiones, entiendo lo que pasa. Quizá me entiendo más. Son un poco más claras las cosas. Y es que ya no tanto se piensan y más bien se sienten o vienen directo desde la carretera del corazón. Esa carretera que no conoce de velocidades y en la que desde el vehículo de la realidad se ven a la distancia más fatamorganas de lo normal.
Ay!, no es sencillo. Tan sólo parace ser que las cosas no deben ser tan complicadas. Los laberintos igualmente son divertidos. Hay que saber ver las cosas. O simplemente hay que dejar de verlas, cerrar un poco los ojos o con los ojos bien abiertos, perder la mirada en el infinito. En el infinito del horizonte, en el infinito de tus ojos, en el infinito del horizonte de tus ojos. Es perderse un poco y dejarse llevar a la vez. Como la hoja de otoño que se balancea mientras cae desde lo más alto de la copa de su árbol.
Y es eso! Me gusta saberlo. Me gusta tanto saberlo, como me cuesta mirarte a lo ojos y no sentir de esas verdades que suenan a campanadas en la playa.
Porque si hay algo que tiene sentido y le otorga el ritmo perdido a las cosas, es perderme en esos ojos que me revelan esa única verdad.

2 comentarios:

  1. Me gusta más que mucho la entrada...
    y te quiero
    y te hecho de menos
    y es bueno verte así de vez en cuando muy al azar...

    Solo acoto a tu entrada...
    A veces para ver las cosas como queremos es necesario empezar por cerrar los ojos.

    Un abrazo :D

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  2. Me gusta y creo lo mismo un poco y te quiero y más y sí, tenemos que vernos y pronto !

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