viernes, 19 de noviembre de 2010

Fresh King


Voy a tomar los lápices de colores, iré a buscar una hoja grande -grande, oj-alá muy grande- y voy a empezar a dibujarlo. Voy a hacer grandes bosques con árboles tupidos y que dejen entrar unos rayos de sol que juegan entre las ramas, con el piso repleto de hojas secas y ramitas picoteadas por pajaron que a penas se logran ver en los manchones del cielo nuboso y celeste que está sobre las copas. Voy a dibujar una fría playa, con enormes rocas para poder quedarse por horas sentado mirando la inmensidad, escuchando el susurro del mar y dejandose cosquillear por el rocío helado de las olas que chocan en la costa. Voy a continuar trazando y simplemente alzaré una línea, una línea suave donde el aire acaricie a la tierra y de donde no haya más que un pequeño arbolito que brote algo perdido y desolado entre aquel polvo de oro infinito. Voy a terminar dibujando un escondite, una cueva, un caverna, un agujero, un refugio, un rincón lleno de tus sueños, con pequeños hombres tallados en madera y un riachuelo de juguete, dónde puedas guardarte y descanzar tu alma.
Voy a dibujar, a ver si un día me atrevo a romper el lapiz, soplar la tiza y cruzar el mar en busca de mi reino.

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