jueves, 14 de abril de 2011

La pasión de los abrazos.

Estaba recordando. Recordaba aquella casa. Esa caso donde se vivía en comunidad. El aire no era seco, las luces no eran más brillante, los días a veces más o menos soleados y las aguas a veces incluso desaparecían. Claro, en general había agua calientita y de vez en vez una manada se despertaba y podía incluso ver a las ovejas que intentaban pastar más allá de sus territorios. Era algo así como un campo dispuesto para mirar el cielo y resguardarse en la casa del frío. Bien podían saludarte los pajaros, bien los mismos podían atacarte, más bien siempre había un ave alrededor. Así mismo podías sencillamente recostarte, conversar o incluso ser libre. Ser libre tan libre como aquellos que lo son estando con el resto y más. Pues siempre las mantas estaban ahí, pero sobretodo los brazos del otro para darte cobijo sin dar cabida siquiera nada.

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