viernes, 3 de mayo de 2013

Era.-

Y llega ese momento en que te toca caminar en una noche fría de otoño de vuelta a tu casa. Los audífonos siguen en la mochila, porque la batería se acabó y ya no se puede ni oír algo. Te quedas ahí entonces y te toca caminar. Simplemente caminar y ir acompañado por tus pensamientos.
Y esos pensamientos que ya venían haciendo estragos se ahogan y desahogan en el murmullo constante de esa vieja canción. Y todo se torna en lo mismo. Desde el frío de la noche, los pasos tenues que vas dando, la canción que murmuras a cada momento como un pequeño secreto muy rítmico, la mirada perdida en el infinito y que de vez en cuando se mueve para ver lo que lo rodea, el recuerdo de las monjas que se aparecerán tras la puerta del monasterio, el más pequeño de los tres perros que decide ladrarte porque pasan por ahí con ese ánimo que a él no le huele bien, el motociclista que hablaba por el altavoz del teléfono, esa conversación eterna y culpatoria que tuviste hace sólo unos minutos, las lágrimas que aun guarda tu hombro y que únicamente te siguen llenando de dudas... todo. Todo se vuelve lo mismo y es la pregunta. Es una pregunta, aquel tópico de la película, aquella columna vertebral que está y a la vez desarma tu cuerpo por esta noche y esta caminata. Porque al teléfono se le ocurrió quedar sin batería y ni siquiera tuviste la suerte de poder estar acompañado de la música y escapado del único compás que hacen tus pensamientos retumbando en el mundo. Todo tus pensamientos retumbando en todo el mundo a un único pensamiento en tú único mundo.
Ahora me pregunto, ¿hasta que punto ha de sentirse para que me revuelvan más que la guata, la cabeza, el pecho y aun más?
Porque la ausencia no era nada, si es que además no podía acudir a nadie para preguntar si es que en realidad no estaba siendo demasiado egoísta y es que tal vez, no estaba bien buscar alguna vez cuidarse, no por no querer estar, sino por también mirarse un poco uno y entender que había que saber responder en su propia dimensión. Porque lo que es al menos yo, siempre trató de pedirle fruta a cada árbol, pero jamás manzanas al naranjo y también a lo largo de todo el año.

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