domingo, 12 de abril de 2009

No duermes, esperas.

Tengo sueño. No sé que hago despierto. Quizá espero estúpidamente que aquella respuesta que anhelo llegue de pronto en algún momento. Quizá más imbecilmente crea que todo aquello que quiero escuchar, sonará de pronto, casi de la nada, a mitad de la noche. No sé, no sé.
Quizá simplemente no quiera dormir. Pero me parace que no es eso.
Me parece mucho más. Me parece esa desesperada ansiedad absurda de que llegue en algún intante aquello que tanto tanto tanto tanto espero. Aquello que deseo con todo mi corazón que llegue, porque es la forma en que veo que mi vida de una vez por todas vuelva a tener simplemente colores.

...
Aun tengo sueño. Y sin embargo, aquí me veo escribiendo, como creyendo que alguién algún día leerá verdaderamente todo lo que escribo y me entenderá. Tan sencillo. Tan simple. Tan irreal.
Los parpados me pesan, se me cierran los ojos. Y aun sigo. Sigo aquí. Sin tener más que la estúpida ilusión de que las cosas serán más de lo que mi mete de suicida puede imaginar como un pesimista-realista final.
Hago aquellas preguntas, sabiendo un poco las respuestas, pero teniendo el fatamorgana de que me podrían decir aquello que iluminaría mi vida, llenaría mi pecho, deslumbraría mi mundo y sonreiría en mi cara.
No sé realmente que espero, cómo puede ser que no me de cuenta de que las cosas son y simplemente así. Cómo no me doy cuenta de que ya van a ser las dos de la madrugada, que mis ojos se están cerrando solos y que lo más cuerdo es que apague el computador, me ponga el pijama y me acueste a dormir, para ver si mañana, al fin, es el día en que esas palabras mágicas
son pronunciadas.
Buenas noches.

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