sábado, 25 de abril de 2015

Te lo dejo escrito acá para que lo leas después.

Te lo dejo escrito acá. Te lo escribo desde la rabia. Porque en Facebook ya lo leíste antes de tiempo. Porque sé que acá lo leerás después, en algún momento, quizás cuando corresponda. Aunque cuando sea da lo mismo. Lo harás después. Después leerás como me hiciste sentir, como me destruiste un poco y como ahora todo tiene tan poco sentido que ni siquiera estoy llorando y sólo parece todo pasar por encima mío.
Ya no vale. Ya nada vale. Nada.
Porque yo se que tú lo entiendes, pero en verdad dudo que lo hayas hecho siquiera consciente. O quizá prefiero creer que no lo has hecho, porque si no, sencillamente no habría manera más de pensar que esto pasa, si no es que habiéndome dejado de querer. Y no quiero.
Me duele la guata, me duele el pecho, pero ya nada pasa. Nada.
No vale nada porque sinceramente, no tengo ni las más mínimas ganas de hablarte o si quiera ser un poco simpático cuando me vuelvas a hablar. Pero, para ser sincero, tampoco soy capaz de aguantar a la idea de que no me hables siquiera mañana. Porque en realidad, sólo que no me hables mañana, ya se me haría a la idea de que no te importo. Y si no te importo, ya nada vale. Nada.
No valen las noches, no valen los días, no vale tratar de hacer las cosas, ni siquiera dejar de hacerlas.
Ya no vale. No vale nada. Nada.