sábado, 18 de marzo de 2017

L N L

Llorar o medio llorar. Llorar como un tonto en medio del todo, de la nada. Llorar o no llorar o medio llorar en medio de un mundo que sigue inerte, que te obliga a sentirte tonto por sentir. Llorar o medio llorar o casi llorar, como sea, llorar solo. Llorar, medio llorar o sólo botar algunas lagrimas que no lograste tapar con las manos aplastándote los ojos, machucándote los ojos, y se escapa como fuga del grifo. Llorar-no-llorar y ocultar la lágrima que se escapo. Llorar-no-llorar y al limpiarte las lágrimas, ver como te ven, mirar como te mirar, observar como te observan. Llorar-no-llorar y sentir vergüenza. Llorar o no llorar y sentir ahogo, estar ahogado.

lunes, 23 de enero de 2017

Diario

Como las cosas se unen, cuando se separan 


Día 5 en París. Así va la cosa. El miedo y el entusiasmo son pan de cada día. Entre los pocos grados que se mueve el termómetro por sobre y por bajo cero, transcurren los días. Vuelan las letras y se transforman en palabras en lenguas extrañas, aunque el extraño termino siendo yo a final de cuentas, yo con mi lengua privada. Y no sé para dónde voy, ni cómo voy a lograr llegar. Así que ahí vuelve el miedo y el entusiasmo, de un lado para otro, como un sube y baja, como un barco pirata, como un péndulo, como un vaivén, como un poco de todo y un poco de nada.

Nada como fue que llegaron las conversaciones, la noche y el aire frío girando alrededor de los lejanos que son capaces de acercarse aun estando a miles de kilómetros de distancia. Y así, entre letras, tonterías, trámites y sabidurías, todo se transforma en un evidente, en un deja vú, en un loop infinito de la misma melodía que siempre vuelve a hacer sentido, antes con nosotros cerca, ahora con los otros lejos.