lunes, 23 de enero de 2017

Diario

Como las cosas se unen, cuando se separan 


Día 5 en París. Así va la cosa. El miedo y el entusiasmo son pan de cada día. Entre los pocos grados que se mueve el termómetro por sobre y por bajo cero, transcurren los días. Vuelan las letras y se transforman en palabras en lenguas extrañas, aunque el extraño termino siendo yo a final de cuentas, yo con mi lengua privada. Y no sé para dónde voy, ni cómo voy a lograr llegar. Así que ahí vuelve el miedo y el entusiasmo, de un lado para otro, como un sube y baja, como un barco pirata, como un péndulo, como un vaivén, como un poco de todo y un poco de nada.

Nada como fue que llegaron las conversaciones, la noche y el aire frío girando alrededor de los lejanos que son capaces de acercarse aun estando a miles de kilómetros de distancia. Y así, entre letras, tonterías, trámites y sabidurías, todo se transforma en un evidente, en un deja vú, en un loop infinito de la misma melodía que siempre vuelve a hacer sentido, antes con nosotros cerca, ahora con los otros lejos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario