Dos de la madrugada. Suena Drexler. El estudio ya no rinde y parece que nos interesa más la vida ¿Dónde fue que decidimos? ¿Por qué si está tan bien preferir la vida, aun así, nos cuesta botar un poco a la borda el estudio?
Dos y quince. Sigue Drexler. Asumimos que no tendremos el siete. Y más bien, si Dios provee (como siempre), llegaremos al azul. Y que quede que no hablo del cielo. Pues desde el mismísimo segundo que preferimos vivir, ya nos ganamos las maravillas que éste nos tiene guardadas
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